EL AFILIADO AL PARTIDO 2

Es bien cierto que mi actuación en el partido había roto moldes, especialmente a partir de la entrada masiva de las ratas que habían abandonado de prisa y corriendo a la UCD, caso concreto de Cortes.

Cuando se me llama a AP prometí que solo continuaría si era para trabajar. Y a fe que cumplí, quizás con exceso.

A parte de nombrarme Secretario de la Comisión Municipal me toco hacerme cargo de la Junta de Moratalaz – Vicálvaro y en otro momento de una gestora en Vallecas. A lo que añadir, elegido concejal, portavoz en estos tres distritos en las Juntas Municipales.

Y si una de mis primeras actuaciones fue cambiar de sede del partido para hacerla más eficaz copiando al adversario, socialistas y comunistas, realice varias campañas ciudadanas sobre los más diversos temas, siendo multado por el Ayuntamiento por pegar carteles en cualquier soporte que fuera visible y advertido por la autoridad correspondiente por hacer manifestaciones sin permiso.

Una de las actuaciones que más sorprendió en el partido fue crear una Asociación Vecinal con los miembros de la junta del distrito de AP. ¿Por qué, se preguntaban en AP? Muy sencillo: nuestros adversarios políticos habían utilizado sabiamente a las asociaciones vecinales durante los últimos años del franquismo y primeros de la democracia como cabeza de puente político. Y era precisamente en Vallecas y Moratalaz en donde actuaban con mayor influencia.

No se lo creían en AP. Y menos cuando lance un periódico, EL Faro de Moratalaz, sin ningún respaldo económico ni permiso: solo como órgano oficioso de la asociación vecinal.

Llegamos a tirar hasta 25.000 ejemplares. Lo difundíamos aprovechando un momento concreto, especialmente después de la celebración de los Plenos de la Junta Municipal mensuales, justamente para divulgar nuestra actuación en ella.

Robábamos publicidad como podíamos, a algún amigo, ya que los comerciantes de la zona se escondían como podían y cabía esperar.

Tropezamos varias veces en la difusión ya que empezamos distribuyéndolos entre los comerciantes, que lo primero que hacían era esconderlos. Comprobamos que el miedo lógico a una presión de los recién llegados a las instituciones, social comunistas, y el apoyo de los de siempre que estaban imbuidos de la idea “progresista” con la que tapar sus actuaciones en el franquismo, de la “pasada por la izquierda”. Lo cierto es que el pueblo estaba acojonado, todo hay que decirlo.

La entrega a la puerta del metro tampoco era eficaz: todo el mundo lo coge, pero solo lo leen unos pocos. Lógicamente sabemos que quienes leen periódicos son los que lo compran por lo que perdíamos mucha influencia y recursos. Por lo que había que cambiar.

Y a uno de mis magníficos colaboradores se le ocurrió la idea de hacerlo en los kioscos: Se le preguntaba al kiosquero cuantos “países” vendía el domingo y cuánto dinero recibía por ello. Nosotros se lo igualábamos, número de ejemplares y pasta: El día anterior al domingo de difusión le entregábamos los ejemplares y el dinero. Y los entregaban a los compradores de los periódicos. Y en algunos casos los encartaban en alguno de ellos. Tal fue así que descubrimos que en algún caso lo hacían con El País, que recibió más de una carta al director, y publicaron, protestando enérgicamente por recibir conjuntamente con un periódico “progresista” un ejemplar de uno “ultra”.

Enterado el Presidente Provincial Carlos Ruiz Soto, critico la difusión de un “periodicucho” en Moratalaz, critica que se convirtió en alabanzas cuando a uno de estos colaboradores se le ocurrió la maléfica idea de hacerle una amplia entrevista, que difundimos ampliamente entre sus más allegados.

Durante el tiempo que se me nombro Presidente de una Junta gestora del Distrito de AP de Vallecas puse en marcha una emisora de radio a semejanza de una que funcionaba en aquel distrito y que tenía una gran difusión, lógicamente por un grupo ultraizquierdista. Puedo asegurar esa difusión ya que en alguna ocasión en que se me cito a una entrevista recibí más preguntas telefónicas que en muchas emisoras de difusión nacional: jugaban, como sabe hacerlo la izquierda con la proximidad a los problemas del ciudadano. Otra cosa es las soluciones propuestas por sus dirigentes.

La derecha soluciona estas cosas entregando estos órganos de difusión a amiguetes que solo buscan sus propios intereses, caso Antena Tres, o subvencionan los de los enemigos, caso actual del “sorayismo” del “país”.

Es comprensible que estas actuaciones empezaran a cabrear a los demócratas cristianos que empezaban a entrar, como ratas, en el nuevo barco que encontraron a la deriva, AP, tras hundir con gran éxito su propio barco, UCD.

Caso curioso es de Vicálvaro. Este antiguo municipio madrileño se había incorporado a Madrid ciudad, junto a otros doce más, a principios de los años cincuenta: Chamartín de la Rosa, Carabanchel Alto, Carabanchel Bajo, Canillas, Canillejas, Hortaleza, Barajas, Vallecas, El Pardo, Vicálvaro, Fuencarral, Aravaca y Villaverde. Estas incorporaciones multiplicaron por diez la extensión del municipio que tenía verdaderos problemas de expansión. Es cierto que los municipios del sur y el este presentaban unas barreras geográficas importantes hasta mediados del siglo XX por la existencia del Manzanares y el valle del Arroyo Abroñigal, por donde hoy discurre el trazado de la M 30, lo que no ocurría con los municipios del norte, que por no existir barreras geográficas se habían integrado prácticamente ya en Madrid.

En el caso de Vicálvaro su término municipal terminaba en la calle Barquillo. Madrid había absorbido ya, primero el cementerio de La Almudena, en el último tercio del XIX, ya que las sacramentales de la capital estaban prácticamente colmatadas. Y después los barrios de Ventas y Moratalaz entre otros antes de ser incorporado a la capital.

Teniendo en cuenta que sus límites eran los antiguos caminos de Aragón y Valencia y el encerramiento de la expansión por La Almudena y el arroyo Abroñigal prácticamente estaba encerrado ya que el suministro de sus productos agrarios, carne, vino y cereales, debía de hacerse a través de las Ventas del Espíritu Santo, en su límite municipal con Canillas y Canillejas, pero lejos de su centro municipal y a través de las Ventas del Puente de Vallecas. Un proceso urbanístico curioso que se produce en sus límites con la capital también en Villaverde, hoy Usera y Carabanchel, junto al puente de Toledo: los transporte con ganado caballar o mular, semovientes, exigía la entrada en Madrid en horas tempranas, con lo que estas caravanas de transporte debían esperar en los límites municipales hasta la hora de entrada, ligada también a la aplicación de aranceles y arbitrios, y descansar a la vuelta, dando lugar a la creación de posadas, las ventas, que por su crecimiento y economía superaban al propio municipio en que estaban ubicadas. Caso de las Ventas del Espíritu Santo dependientes de Vicálvaro en la zona sur de la carretera de Aragón. Y el Puente de Vallecas del propio pueblo y que en un momento determinado traslado su ayuntamiento a esa zona. Sépase que a finales del XVIII está demostrado que entraban en Madrid diariamente más de 700 carros y 5.000 caballos y mulas, que se multiplicarían por diez a finales del siglo siguiente.

Urbanísticamente son iguales estas zonas, que en el caso de Vicálvaro su casco antiguo quedo marginado dependiendo del distrito madrileño de Retiro primero y de Moratalaz después, en su incorporación a la capital.

Cuando me hice cargo del Distrito el presiente saliente me dijo: no te acerques a Vicálvaro que te rompen el coche, lo que indicaba la despreocupación en AP por este núcleo de población. Fui varias veces y siempre dejaba el coche a la vista por “si acaso”. Bien es cierto que no me conocía nadie y por tanto no podían romperme nada. Y mucho menos conociendo a tan buena gente como son los vicalvareños.

Lo cierto es que escribí varias veces a la cincuentena de afiliados alistados en la central de AP, en su ordenador general. Mi sorpresa es que nunca quisieran acercarse a la sede sita en Moratalaz y que recibí muchas protestas de personas que se consideraban ofendidas por considerárseles afiliados a un partido, del que aborrecían.

Investigando ambas situaciones pude contrastar que este último caso alguien en la federación de un partido con AP, en sus negociaciones con Fraga, había entregado un listado de los componentes de la Peña Madridista de Vicálvaro.

Su no presencia en Moratalaz de los afiliados reales estaba claramente justificada en la ofensa que consideraban por la marginación del municipio con respecto a Madrid capital, abandonado durante años, con problemas tan importantes como los transportes públicos y la existencia de un importante asentamiento gitano, que se había acrecentado con la política de Tierno que había desplazado a Vicálvaro los desalojados de otros asentamientos cerrados en otros puntos de Madrid, sobre el que hay que hacer unas consideraciones importantes.

Un miembro del Club de la Capa al que Fraga pertenecía, le entrego un tarjetón expresando su preocupación por el olvido que AP mostraba por Vicálvaro. Cuando el Presidente me entrego este escrito y le conté mis experiencias se sorprendió bastante, sobre todo por los afiliados, pero me encargo conectar con el autor del autor de la comunicación, un personaje muy peculiar, Escolástico Fernández, una gran persona, trabajador y perfecto conocedor de todos los pueblos del entorno del este madrileño por su peculiar profesión, ejercida por más de treinta años: corredor de banca. Su misión profesional consistió siempre en ejercer de banco ambulante: recogía diariamente en el Banco Central la valija con los cheques, cobros, pagos, sueldos, facturas, etc. y acercarse a cada pueblo y hacer las gestiones propias del banco. Así hasta que por el volumen de negocio se instalaba en estos pueblos una sucursal fija. Era presidente de la Asociación Nacional de Corredores y, como es de suponer, conocía todos los vicios y virtudes de todos los vecinos con alguna relación con el banco.

Fue una salvación para mí y aprendí de él lo más importante que debe tenerse en cuenta en la relación política ciudadano.

Comprendí inmediatamente que era importante tener una sede de AP en Vicálvaro, que además coincidía con las elecciones municipales a celebrar próximamente.

Sorprendió en el partido esta petición ya que era el primer distrito con dos sedes. Pero se inauguró con gran éxito de público, una antigua tienda de muebles con un gran escaparate a la calle: dimos un generoso vino español, de los de verdad, vino normal y corriente a todo el que pasaba por la calle próxima a la plaza del Ayuntamiento. En algún momento temí que el cristal del escaparate saltara por la presión popular.

Lógicamente todas estas actuaciones sorprendieron “gratamente” a quienes en su vida habían trabajado directamente con los ciudadanos, y lo siguen haciendo, que nunca me perdonaron mi tinte “azulado” para estos expertos vividores de la política.

Y menos aún que participara con una carpa en las fiestas populares de ambos barrios del distrito, acaparados hasta entonces por los partidos de izquierda, que dominaban todos estos aspectos ciudadanos y que siguen haciendo por el permanente abandono del actual PP.

Y si a ello se añade mi actividad incansable como concejal. La más importante: la propuesta de crear nuevos distritos en Madrid, incluido Vicálvaro, lo que se logró en el 86.

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