MADRID, CRISOL DE LAS ESPAÑAS
Cuando escribes un discurso y he hecho algunos, el orador no suele ser muy exigente. Basta con saber el tema de que se trate y el político suele confiar en su negro. No le suele fallar. Pero sobre todo sabe que no le van a escuchar más de tres oyentes:
- Su santa esposa, muy crítica siempre.
- La querida, al contrario siempre efusiva
- Y el negro, que le gusta oírse.
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