BUSCAR A LA REMORA

Hay un juego de niños que propone la búsqueda de un tal Willy, personaje vestido de una determinada forma y color que se encuentra en una página con cientos de personajes semejantes. Yo propongo al lector que haga lo mismo con otro, la rémora de todos los políticos, fundamentalmente del que está en el poder. Todos la tienen: Es un personaje que está asociado permanentemente al político, le llama varias veces al día, come, cena o desayuna con él, o juega al golf … o le pone el pisito de la querida…viaja al extranjero…¿A cambio de qué?. De nada, aparentemente. Aunque es bien cierto que suele asesorar al político sobre determinadas cuestiones de su vida diaria: concursos, adjudicaciones… Y como las sociedades anónimas son anónimas por su propia definición, pues la rémora suele estar, anonimante, eso sí, en alguna de esas sociedades.

Estamos hablando de una asociación, generalmente benéfica… para ambos. La palabra surge de ese pececillo llamado rémora que hace toda su vida alrededor del tiburón. Este le mira con desprecio, como si no existiera. Pero le necesita. Juguetea con su rémora, le hace nadar más rápido o más lento, le hace giros extraños, como para asustarle, pero en el fondo nunca le haría nada, porque le necesita: le limpia, le rasca la piel, le quita infecciones molestas y sobre todo ¡le acompaña un montón!… Lo mismo ocurre con los políticos, que son todos como críos pequeños, ¡pobrecillos!

 

El político en este país, especialmente el de un determinado signo, es un animal solitario, que sube a base de codazos, eliminando competencia entre los amigos. Por eso no se entrega nunca a nadie de la cuerda… Ni tiene equipos. Va solo por la vida… y cuando se encuentra con el poder no tiene ni una triste secretaria que llevarse al despacho… Ha ido eliminando a tanta gente en su camino, que al final, cuando consigue su meta, llegado al poder, se encuentra solo…¡Y ese es el momento que estaba esperando… la rémora! Entra en la vida del político muy despacio, lentamente. Acaba de abandonar al anterior tiburón, que ha perdido el poder… e inmediatamente actúa. Por pura necesidad biológica: necesita estar asociado con el poder… Ya antes le había visto navegar, nadar, cuando estaba en la oposición. Le había saludado cortésmente, aunque muy displicente, en alguna inauguración oficial. Incluso cuando aún estaba asociado a su anterior tiburón le había llevado a comer en su coche un par de veces. No es que le gustara mucho su estilo natatorio, ni esos extraños giros a la derecha para una rémora, que como todas ellas, se habían acostumbrado en los últimos tiempos a girar hacia la izquierda, hacia el centro más bien… como sobre sí misma, diríamos.

 

La rémora es especialista en aprovechar el momento psicológico. Espera su oportunidad con ansia, sin prisa, pero sin pausa, aparentemente con calma. Pero se tira en picado sobre el que espera sea su nuevo guía en las procelosas aguas de la contrata. Y a la menor debilidad del pobre político, al menor problema que surge, allí esta él… ¡el tiburón ha caído en las manos de su rémora, que ya no se quitara de encima hasta que…pierda el poder! Navegaran juntos y tendrá también, como el anterior tiburón, la tentación de darle un mordisco, nadara más rápido para intentar perderlo…Pero será imposible, porque antes o después la asociación a su rémora la considerara imprescindible. Curiosamente no es el tiburón político , a diferencia de la naturaleza, el que escoge a su rémora. Muy al contrario será esta la que escoja tiburón y la que le abandonara en su momento.

 

A un político recién llegado al poder se le plantean varios problemas, que tiene que resolver de inmediato. Una de ellas es encontrar gente a quien nombrar. ¡Ha dejado a tantos en el camino que no tiene a nadie de confianza! Solo tiene una semana antes del próximo consejo, junta o asamblea… Si viene de otro cargo político y tiene ya su rémora, será esta quien aconseje, sabiamente, a quien aceptarían los poderes fácticos, llámese banco, patronal o periódico…Porque además el problema es que si no actúa rápido se encontrara con la solución y tendrá un Subsecretario o Director General, inútil por supuesto, aunque de apellido rimbombante, compuesto generalmente (véase el fichero de altos cargos y compruebe como se repiten determinados apellidos, aunque este es otro juego). O se quedara con el anterior, en un pacto con los salientes (véase también, en otro juego, los que se han quedado y por donde la surgieron los mayores problemas al gobierno de Arnar, minería, seguridad social, transportes, infraestructuras, aeropuertos… o al revés, siga los problemas y vea quien estaba detrás y como llegaron a sus puestos): Me contaba una Directora General de un gran ministerio como paso de otra anterior de menor nivel del gobierno socialista al del PP. El Ministro entrante reunió a los salientes y al preguntarla que iba a hacer a partir de ahora le comunico que se incorporaba a su catedra, ganada, por supuesto, desde posiciones de poder, lo que sorprendió muy gratamente al ministro entrante. Al día siguiente apareció en el BOE como saliente y entrante en una Dirección General más importante.

 

Aunque la solución se la proporcionara su rémora o nombrara Subsecretario a un pariente de su mujer que está en paro.

Si Vd., amigo lector es aspirante a político, lo primero que no tiene que hacer al llegar a su meta es cenar las primeras noches con determinados personajes, sino quiere correr el riesgo de tener un subsecretario para toda la vida (gilipollas, por supuesto)… Casi mejor confíe en el consejo de su… rémora. Si ya la tiene es que es Vd. un personaje importante.

 

El político imita en este caso a la naturaleza solucionando un problema irresoluble de otra forma para un demócrata cristiano: se han dado grandes fracasos en intentos de producir determinadas plantas en viveros por no tener un mecanismo natural de polinización, una forma de rémora. O en piscifactorías, caso del salmón, que se ve infectado por un anélido, que en aguas abiertas se elimina por una rémora natural.

 

Hay que agradecer que nuestros políticos lo hayan solucionado sin traumas para ellos. Lo malo es cuando llegan las horas bajas como estamos viendo en los juicios que se están celebrando en varios puntos del país, fundamentalmente en Valencia y Madrid: Si las cosas se ponen feas el tiburón intenta pegar un mordisco a su rémora, pero esta se defiende con uñas y dientes soltando amarras, documentación, y tirando por elevación para que los tiburones jefes intenten calmar las aguas revueltas en que todos nadan. Pero van listos si estos ponen la mano en el fuego por nadie: al que Dios se la de San Pedro se la bendiga. Eso sí le apoyan moralmente: se fuerte.

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