NO ES ESO, LA DEMOCRACIA PROSTITUIDA 2

La Constitución del 87 establece como medio de funcionamiento del sistema democrático a los partidos políticos. Y en buena lógica estos deben presentar a los votantes sus criterios de actuación y a sus representantes que serán quienes llevaran a cabo las acciones concretas que permitan ver realizadas a los ciudadanos sus derechos conforme a los ideales que inspiran a cada partido. Programa y listas electorales.

El programa debería ser como una biblia de obligado cumplimiento, pero como decía él nunca bien ponderado Tierno Galván los programas son para no cumplirlos. ¿Para qué? No todos lo dicen como el viejo profesor, pero todos lo incumplen, si es que lo difunden, porque los votantes desconocemos siempre los programas electorales.

Y siempre en teoría los partidos deberían basarse en un ideario programático, unas líneas filosóficas que guiaran su actuación. En el caso del PP se cita en su ideario:

  • La tradición humanista cristiana, consagrando el derecho a la vida, la dignidad de la persona, el valor de la libertad, el respeto a la autonomía política cultural, económica, personal y religiosa, la solidaridad y el servicio a los demás. ¡Joder con la definición!

Un ciudadano que vote al PP lo primero que se pregunta es: ¿Qué hay de lo mío sobre la autonomía económica o el valor de la libertad? Y si todos los políticos piensan igual o vale discrepar como hace al respecto la Presidenta de la Comunidad de Madrid que intento borrar del ideario del PP lo del “humanismo cristiano”. ¿Qué es lo que la preocupaba: el derecho a la vida, la libertad o la autonomía religiosa? Porque ella que se confiesa agnóstica, republicana (ahí coincidimos) y ejerce de rubia. ¿No sería que preocupaba más los votos personales que nuestra libertad y dignidad?

Recuerdo al respecto la anécdota que me ocurrió con Fraga. Corrían los primeros ochenta y me tuve que hacer cargo de la presidencia del Distritito de Moratalaz de Alianza Popular. Yo no quería porque soy hombre de despacho, pero por necesidades de servicio me vi obligado a aceptar. Y me encontré que la sede se encontraba en un piso, con lo que amen de las dificultades para desarrollar una actividad ruidosa, nadie se atrevía a subir en unos tiempos que la actual presidenta no ha vivido ni se imagina: el rojerío dominaba las instituciones municipales y las calles con las asociaciones de vecinos, los sindicatos y los consejos del distrito, especialmente de cultura y fiestas. Hablando en plata: los vecinos y especialmente los comerciantes estaban acojonados como se demostró en una manifestación que organice en defensa de sus intereses con la instalación de una gran superficie que prácticamente se cargaba el comercio minoritario en un barrio con un tipo de urbanización extraña y poco eficaz para la venta: no asistió nadie salvo nosotros mientras los comercios apagaban las luces y los cierres de sus establecimientos para hacer como que no iba con ellos. Como no asistieron a la reunión del pleno de la Junta Municipal en que se trataba este tema, a su petición.

Y se me ocurrió cambiar de sede y escogí un local comercial a puerta calle y una zona no muy transitada.

Montamos el local y para inaugurar la sede invitamos a Fraga, que se manifestó encantado de asistir.

Alguien me dijo que a Fraga le encantaban los curas en estos actos. Y sin encomendarme ni a Dios ni al diablo buscamos un cura. Y un afiliado encontró a un pariente que se manifestó gustoso de bendecir la sede.

El día de autos apareció el sacerdote que a primera vista impresionaba: carmelita descalzo, pero descalzo de verdad, con un sayón que más que de tela parecía hecho de arpillera en la que te podías dejar la piel si te rozabas con él. Un tipo encantador.

Llego Fraga y empezó el acto con una bendición con agua bendita por toda la sede. Y lógicamente aparte de las oraciones de rigor y los mejores deseos de éxito en nuestra actuación política, el buen cura nos echó un sermón de mil deseos haciendo especial mención a la necesidad de que un partido como AP defendiera la religión católica en unos tiempos en que el ateísmo, el rojerío, volviera a las andadas como en tiempos pasados.

A este sermón mitin político-religioso conteste enfervorizado con sus palabras manifestando que desde esa sede defenderíamos con uñas y dientes esos deseos del santo varón. Fraga nos miraba con una mezcla de sorpresa, estupor o displicencia. Dios me ha dotado de innumerables virtudes, incluso con algún defecto, pero nunca he sido un Demóstenes. Y cuando termine mi sin duda revuelto discurso, Fraga aprovecho la ocasión, que quizás no tuvo en otra ocasión, para disertar en un magnifico discurso, una lección improvisada sobre el humanismo cristiano que tanto parece preocupar a la presidenta de Madrid como si en ello le fuera la vida de los votos. Y lo curioso es que Fraga empezó su discurso con un cariñoso “NI TIENE RAZON EL SACERDOTE NI TAMPOCO EL PRESIDENTE DEL DISTRITO” porque una cosa es la religión y otra la política: cada uno en su casa, porque si bien es cierto que defenderemos a capa y espada la religión católica, nuestra actuación debe centrarse en el individuo, eso sí teniendo en cuenta los valores que han inspirado durante siglos a nuestra historia. Y se adornó en la suerte con una magnifica lección de historia española.

Y se marchó tan contento con su paso apresurado pero contento con la satisfacción del deber cumplido. Y siempre volvió a Moratalaz cuando se lo pidí y siempre me llamaba por mi nombre, con lo que me honraba personalmente: “Querido amigo”.

Esa consideración personal de Fraga me llevo en otra ocasión en intentar llevarle a la Zarzuela. Pero esa es otra anécdota.

 

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