¿DEMÓCRATA? UNA Y NO MÁS 1ª

A mi padre no le dio tiempo al pobre, se murió sin querer, a legarnos nada de valor. Solo recuerdo con cariño un espejo colgado en el cuarto de aseo provisto solo de una palangana, jofaina y aguamanil, no teníamos agua corriente, en el que estaba escrito a fuego una frase “No más aristocracia que la de la bondad, la inteligencia y el trabajo”, en rojo y gótica cursiva; un cartón que reproducía exactamente el teclado de una máquina de escribir en donde aprendió él a hacerlo y un deseo, según mi madre, comprar la enciclopedia Espasa de cien tomos. Aprendí a escribir a máquina y fue el Espasa el primer libro que compramos mi mujer y yo, siendo aún novios, en una feria del libro en Palencia, un día en que paseábamos por esa bella ciudad y nos “engaño” un representante de Carroglio. Y lo curioso es que tardamos en encontrar un lugar adecuado para colocarlos.

Durante los treinta años que viví durante la “oprobiosa” no se me ocurrió ser demócrata, como a nadie de mi entorno, por  lo duro que nos costó sobrevivir, como para bromas. Pero quizás era lógico pensar que los que estaban bien comidos y bebidos añoraran la posibilidad de encontrar, siguiendo la máxima del espejo y mediante la democracia, que dicen es el menos malo de los sistemas (¿?), al hombre mejor para regir nuestros destinos, el más bueno, inteligente y el que más trabajara por los demás.

Como hombre tímido que siempre he sido me convertí en un luchador, a mi manera, y como aquel objetivo no era mi guerra solo me dedique a observar y sobrevivir sin por ello no dejar de participar en los acontecimientos políticos que se producían en cada momento. Luchar en mi terreno y si no podía competir renunciar. Deje de correr por ejemplo, a los catorce años, media uno ochenta y cinco y calzaba un cuarenta y cinco y llegue  el ultimo dos veces. No más correr, les espero en la meta me dije.

El periodo más largo de mi vida los dedique a la formación: Primero en la escuela de mi pueblo hasta los once años y después hasta los diez y seis en Valladolid en el bachillerato. El sistema me permitió hacer una carrera universitaria y logra mediante oposición un puesto de titulado superior en la Administración, que para un pobre no está nada mal.

Cuando ya fuimos más mayores tuvimos la desgracia de ir a la mili en que se fomentaba el compañerismo y la convivencia con gentes de otros pueblos y regiones y la que tuve que  estudiar más que en la carrera. Pero obtuve el grado de Alférez lo que me permitió cobrar el primer sueldo fijo de mi vida. Dos sueldos al ser llamado para impartir clases de ciencias para los cursos de nocturnos en el Instituto de Astorga donde realice mis prácticas militares.

Es cierto que como buena dictadura, en tiempos de Franco se perseguía a la gente, especialmente a los malos, no a los buenos, a los que nunca nos pidieron el carnet de identidad, ni siquiera para sacar dinero de los bancos, ni en los viajes, ni entrar en los ministerios. También es muy discutible, muy típico de una dictadura,  la costumbre de no pagar IVA ni IRPF para contribuir a la corruptela nacional, ni alimentar a cientos y cientos de diputadillos, ministrejos, consejeros y toda una fauna política.

Tenían mucha manía a los rojos, incomprensiblemente. Y  a los vagos y maleantes. Y no digamos a los maricones, que ahora llaman gais y son los amos de las televisiones, y han proliferado tanto, no se sabe de dónde han salido tantos, que tienen su cuota de poder en toda lista electoral que se precie. ¡Joder y como les levantes la voz ya te puedes cubrir que te pueden dar por…! Me he ido, perdón.

Eso sí pagábamos el ITE, el impuesto de tráfico de empresas: al 2,5%. “¿Te pongo el ITE en la factura?”. “Ponlo, que lo vamos a hacer”.  Total ahora solo es al 21% tampoco hay tanta diferencia.

Tampoco hacíamos declaraciones de la renta. ¿”Has hecho la declaración de la renta? Me dijo un compañero cuando llevaba trabajando cinco o seis años. ¿Qué es eso? le conteste. “Tu hazla que es muy fácil, son solo papeles”.

Los ministros duraban una eternidad y les conocíamos todos por sus obras. Ahora mismo a los que vivimos aquellos tiempos les preguntas por la ley de prensa o la seguridad social y es seguro que aciertan el nombre del ministro.

¿Cuantos ministros actuales conoces? Haz la prueba. Y sin tener en cuenta sus desastres o incompetencias.

Y mandaban, vaya si mandaban. Y aunque parezca mentira en todo el territorio nacional. ¡Si, si! De verdad.

Conocí en persona a un ministro al  que  llamaban “Camulo”, a mala leche seguro. Era ministro de gobernación. Más pequeño aun que Franco. Iba con todos sus entorchados, vestido de general y subido en un caballo tordo con los cascos pintados de purpurina dorada. ¡Impresionaba! Igual que el Zoido de hoy, al que te cuesta descubrir en una foto de tres y manda menos que Calceto en Palencia. Y no digamos nada del metepatas de justicia. La verdad es que doblaba en altura a la Soraya, pero con bastante menos mala leche y mandando menos.

Se contaba, yo creo que intención de fastidiar y es posible que no fuera verdad, que un día mando un telegrama al gobernador de una provincia anunciando que  se preveía que en esa zona se iba a producir un movimiento sísmico y le recomendaba que tomara las medidas oportunas. Se produjo el terremoto y se cortaron las comunicaciones y como no existía la brigada Zapatero (me ha salido sin querer porque me pasa como al escorpión), no había forma de establecer contacto con la provincia afectada hasta que al cabo de una semana se recibió un telegrama del siguiente tenor: “Movimiento sísmico sofocado. Principales cabecillas fusilados al amanecer. No hemos podido conectar con Madrid porque entre medias se ha producido un terremoto que ha desolado la mitad de la provincia y ha cortado las comunicaciones”.

Sigo pensando que era una anécdota divulgada a mala leche, por joder.

El caso es que se mandaba y todos éramos iguales, pobres pero iguales.

Y de repente y sin querer el viejo se murió aunque todos estábamos convencidos de que era inmortal.

Y con la lógica esperanza en un mundo mejor en una democracia que tanto se cacareaba y después de tantos años de sufrimiento, ansiábamos que apareciera ese hombre bueno, inteligente y trabajador a que hacía referencia el espejo de mi padre. Demócratas con pedigrí, de los de toda la vida.

Y cual fue nuestra sorpresa cuando los demócratas que aparecieron y se pusieron a mandar, denigrando de paso a quien se atrevieran a defender al antiguo régimen. Hoy te pueden fusilar por eso.

Enumerare alguno sin ánimo de ofender a alguno de esos demócratas de reconocido prestigio que aparecieron y se pusieron a mandar:

  • Juan Carlos I, a título de rey, que había sufrido como nadie haberse criado a la ubre del “Claudillo”. Tres carreras civiles y otras tantas militares. Una casa como de campo, motos y coches de gran cilindrada. El jefe. Había jurado los principios fundamentales del movimiento, pero con los dedos cruzados. Muy simpático a nivel personal. Ahora se puede valorar si cumplía alguno de los tres requisitos del espejo.
  • Suarez, que había sufrido también las maldades del Claudillo nombrándole, a mala leche, gobernador civil, jefe de la televisión pública y para más joder Secretario General del Movimiento, la jefatura de los dictadores. Hace falta ganas de fastidiar por el Caudillo haciéndole sufrir una carrera tan poco elegante. No parecía cumplir ningún requisito del espejo.
  • Fraga, conocido demócrata de toda la vida. Le cabía el estado en la cabeza. Encantador a nivel personal, con una gran habilidad para buscar colaboradores, como Arnaz con Rajoy, que por cierto debe estar malo por lo calladito, con la que está cayendo.
  • Pio Cabanillas también demócrata de toda la vida. Más listo que el hambre y de un trato personal exquisito. Hay que leer a Ussía para comparar a ambos.
  • Torcuato Fernández Miranda el gran muñidor de la operación de la transición. Antecesor de Suarez en el “democrático” cargo de secretario general del movimiento, muy a su pesar, se le conoce por su gran decisión de eliminar las camisas azules del uniforme oficial, con lo que contribuyó en gran manera en la limpieza del polvo en España, dada la costumbre de hacer rodeas con las camisas viejas, sin ironía.
  • Martin Villa del que se decía que no se había bajado del coche oficial desde los 17 años cuando fue nombrado jefe del SEU. Es el hombre con la cabeza mejor amueblada que he conocido. Organizamos juntos varios actos y congresos del PP, yo en mi condición de director del Palacio Municipal de Congresos. Sabía organizar y mandar. No me extraña que le nombraran presidente de Prisa. Siempre iba acompañado por ese gran líder nacional que es JC Vera, que aporta por lo menos una docena de votos a la lista de Madrid, en que siempre va emboscado en el número cinco. Nombrado hoy para arreglar el  PP  de Madrid puede ser la espoleta que le falta para hacer volar por los aires todo el sistema. Por sus notables aportaciones en la organización de un acto, Martin Villa le prometió públicamente que le propondría para ocupar   el número 18 de la lista de Melilla.
  • Arias Salgado, Abril Martorell, Lamo de Espinosa, Fernández Ordoñez y un largo etcétera de procuradores de las cortes franquistas y altos cargos de la administración, que por supuesto no habían participado en nada en la dictadura. Es más denigraban, aborrecían sus actuaciones. ¡Yo no he sido se decían! para sí mismos y para los pobres españoles. Y tiene que venir la pasada por la izquierda para limpiar su mierda. Y tanto insistieron que se produjo no solo la pasada sino la barrida, dejando España como habían prometido: No la conocería ni la madre que la pario después de su paso.
  • A todos ellos se unieron antes mejor que después los integrantes del contubernio de Múnich, que eran tan enemigos del régimen que por reunirse en esa ciudad babara a comer salchichas y beber cerveza se les castigo de la forma más brutal que se puede suponer: deportarlos a las Canarias. ¿A la cárcel? No, a la playa, a tomar el sol. Lo que haremos también con el Puigdemont ese, cuando vuelva, para que se recupere de los días de niebla en tierras de nuestros amigos alemanes, cuyo gobierno, versión Rajoy, se ha portado como se esperaba. No te jode líder más que líder, un santo.

Y nosotros preguntándonos quien  había  sido los nos habían jodido durante tanto tiempo. Y nos lo seguimos preguntando aun ahora.

Pero la perfección del sistema llego con la incorporación de reconocidos demócratas como Carrillo o La Pasionaria. Encima en Viernes Santo para más penitencia.

Y todos juntos, con el añadido del Felipe y el Guerra, que eran los que faltaban, se pusieron a redactar una constitución con su brillante capitulo octavo, del que nadie hoy parece hacerse responsable.

Yo no quiero hacerme responsable. No la vote, porque como simple observador de la vida pública intuía que aquello era un bodrio infumable y que las consecuencias serían dramáticas. ¡A no tardar!

Y me marche a mi casa. Con su pan se lo coman me dije.

Pero un mal día me llamo mi amigo Carlos Ruiz Soto y de la noche a la mañana me convertí en un demócrata de toda la vida, descubriendo que aquello era lo que me sospechaba.

Pero ese es otro cuento. La próxima lo narro con pelos y señales.

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