PORTAVOCEANDO A 500.00 MADRILEÑOS 2º – OPONIENDOME COMO DIOS ME DIO A ENTENDER
La orden fue contundente: Tú a portavocear a Vallecas y Moratalaz-Vicálvaro. Y ¿Cuáles instrucciones debo seguir? Tú mismo.
¿Se acuerdan de cuando siendo niños nos repartíamos en dos equipos para jugar al futbol: median “a pies” los dos mejores jugadores que iban escogiendo hasta repartir equitativamente todo el grupo? Y cuando nos poníamos a jugar el capitán de cada equipo daba instrucciones a los jugadores: “Tu de portero y los demás a correr”. Esta táctica ha dado buen resultado a grandes entrenadores de futbol y seleccionadores nacionales que no es necesario citar por ser conocidos por todos. ¿O es que alguien se imagina poniendo orden en un equipo en que las diferencias de dinero de salario entre la estrella del equipo y el resto de jugadores es de uno a cien, incluido el entrenador?
Pues en política igual: vas allí, si quieres, y haces oposición. Resultado solo iban los que íbamos, ¡los de siempre!
Yo, que nunca he sido un “demóstenes” tengo que confesar que hice una oposición como Dios me dio a entender, diríamos un poco a “lo bestia”. Doctrinalmente lo tenía claro ya que era el autor material del programa electoral con que nos habíamos presentado a las elecciones y que nadie había corregido, con lo que tenía la fuerza moral para actuar correctamente. Pero bien es cierto que los programas políticos no los leen ni los dirigentes de los partidos con lo que poco lo van a leer los votantes, sino de otra forma no se hubiera aprobado. Y como decía Tierno: “los programas son para no cumplirlos”. Pero esa es otra cuestión. Lo cierto es que me opuse con cierta contundencia de ahí que me echaran los amigos, porque a los demócratas liberales centristas reformista o como coños quieran llamarse los dirigentes de entonces de AP, que son también lo de ahora del PP, curiosamente, no son muy partidarios de doctrinas, ni contundencias ni planteamientos serios pegados al terreno y de defensa del ciudadano.
Al PP le ha sorprendido totalmente lo ocurrido con Rajoy y la moción de censura de un tal Sánchez que ni siquiera era diputado. No son capaces de pensar que llevan siete años sentadazos en sus sillones, apoltronados, disfrutando de su poder sin acercarse mínimamente a los problemas ciudadanos: han abandonado a su suerte a los españoles de Cataluña, del País Vasco, de Andalucía, de Valencia y de Galicia. Y han saqueado al resto de españoles, que han salvado a España de la quiebra con su sacrificio pagando los desastres de la banca oficial con los desahucios y el robo de sus acciones y preferentes.
Y encima presumen de haber administrado bien: ¡Puta mentira!: han esquilmado a la clase media, a los trabajadores y a los pensionistas para favorecer a los ricos para lograr, según ellos, que lo importante es la economía que curiosamente está a punto de entrar en otra crisis, esta vez mucho más gorda. ¿O es que es de recibo lo de las amnistías fiscales de reconocidos delincuentes y de desconocidos más delincuentes?
O que ROBEN un banco a los accionistas minoritarios sin que nadie les defienda para que a continuación el adjudicatario venda sucursales y los llamados productos tóxicos y echen a parte del personal.
O lo de las preferentes o los desahucios o lo del idioma o la educación o las listas de espera y tantas cosas más que se han sacrificado por lo de la economía ¡Qué coños de economía que no llega nunca al ciudadano de a pie! Y si tenemos un 16% de españoles en paro o más de un millón doscientas mil (1.216.000) de familias con todos sus miembros en paro. Y me cabrea aún más que, si en mis cuarenta y cinco años de vida laboral no haya fallado a trabajar más allá de cuatro o cinco días, se diga tranquilamente que más de un millón de españoles no va a trabajar ni un solo día al año, y nadie mueva un dedo.
Y dicen que aparecen los populismos. Que coños de populismos: cabreos del personal. ¿O es que no debe cabrearse al que le quitan su casa de mala manera o las acciones de su banco sin que echen cuenta de cuanto has pagado o sin que te indemnicen y mientras los autores de los desaguisados anden por ahí tan panchos?
Cuando los políticos se vuelven besucones, malo
Eso sí, cuando se acercan los elecciones sean del tipo que sean se echan a la calle a saludar al personal. Y lo curioso es que todo el mundo sale corriendo a saludar. Lo más asqueroso es que encima se vuelven besucones. Las madres salen alborozadas a mostrar a sus hijos al político de turno y acercarlos como si fuera la Virgen de Lourdes a sanarlos de sus dolencias, cuando lo cierto es que lo único que puede producirles es un trauma irrecuperable de por vida. ¿O es que es lógico pensar que no puede afectarle al niño que le bese un tío feo, barbudo y mal encarado o una mujer de casi su misma estatura, sin barbas pero también mal encarada, que encima son registradores, notarios, inspectores de hacienda o abogados del estado, personajes que no se ven en la vida real? Incluso creo que no existen, son ficticios. ¿O es que las madres quieren inmortalizar el hecho de que su hijo ha visto una vez en la vida a un personaje extraño conocido por su habilidad para utilizar puertas giratorias? Porque hacen oposiciones para no trabajar como funcionarios. Solo la utilizan para ascender en política o lo privado. Se habla de que a la ex presidenta de Cataluña durante el mini 155 le ha ofrecido un banco un puesto millonario. Y si ha estado desde la aprobación de la oposición de abogado del estado dedicada prácticamente a la política y ahora se va al sector privado, ¿de qué nos ha servido a los ciudadanos esta funcionaria que ha gastado un puesto para sus intereses personales? Claro que casi es mejor a tenor de los resultados de su gestión. ¡Pobre, que habrá visto la presidenta del banco para ficharla! ¿O si lo ha visto a tenor de lo rentabilidad de los últimos años de esta entidad bancaria? Claro que ha venido a salvar al banco su amiga/adversaria incluyéndola en el Consejo de Estado. ¿Por qué?
Cuando nosotros éramos niños no existían este tipo de políticos y estaba prohibido besarnos, asustarnos, crearnos traumas. Nuestras madres vigilaban que no sufriéramos con estos hechos. ¡Bastante teníamos nosotros con nuestros propios problemas!
Los registradores y los notarios eran gente normal, que saludaban al personal. Tengo dudas de que existieran entonces abogados del estado. Inspectores de hacienda sí, pero eran pacíficos.
En mi pueblo D. Basilio Villacañas y D. Francisco paseaban por las calles sin besar. Incluso iban a las casa a hacer las testamentarias y tomar las últimas voluntades. Mi padre contaba que estaban haciendo estos requisitos con un moribundo cuando tuvieron que esperar en la habitación contigua a que el sacerdote le aplicara los santos oleos. Y cuando salía el sacerdote comprobaron, no sin cierto estupor, que el moribundo se incorporó gritando al sacerdote “grajo”. Y fue y se murió.
Este hecho me hacía recordar lo que narraba Díaz-Plaja en EL ESPAÑOL Y LOS SIETE PECADOS CAPITALES sobre aquel limpiabotas sevillano que increpaba a un cura de la misma forma que nuestro moribundo y al que un obispo anglicano, al oírlo, intentaba acercarle a su causa y al que el nativo replicaba ante la insistencia del inglés “No creo en mi religión, que es la verdadera, como para creer en la suya”.
De niños teníamos una vida más tranquila: Nos metían en un carretón, un tacataca de madera, que aunque disponía de ruedas no podía rodar en un suelo empedrado. Nos sacaban a la calle por la tarde cuando las mujeres se reunían a coser y a cotillear y nos daban una rebanada de pan con vino o aceite con azúcar, que junto con los abundantes mocos y babas, libraba al grupo de moscas. La Sra. Marciana estaba atenta y cuando se nos caía el pan al suelo avisaba a mi madre de este hecho, quizás por lo de las moscas. Mi madre lo recogía, frotaba brevemente contra su falda, lo besaba y volvía a entréganoslo. Y hasta la próxima.
Todo ello nos libraba de traumas de futuro. En unas elecciones en tiempos de Franco, que también las había, hice campaña para el Marques de la Valdavia y José María Gutiérrez del Castillo y nunca se les ocurrió besar a ningún niño. Perdieron, por supuesto. No estaban preparados para la vida moderna.
Porque resulta curioso que los políticos quieran besar a los niños cuando llevan en la calle un buen rato esperando a su paso, que con que, con toda seguridad y como es normal, se han meado y defecado, cagado para que se entienda, con lo mal que huele. Y si puede parecer lógico que su madre le bese el culo nada más lavarles, ¡huy que asco!, no lo es tanto que los políticos lo hagan con los niños ajenos. Y menos antes de limpiarles.
A los viejos, que dicen que somos como niños, también nos llega el momento que empezamos como lo hacen los niños, incluso mearnos y cagarnos. Por eso yo he dejado escrito que si me llega ese desgraciado momento no hagan conmigo lo que con los niños y no me dejen que ningún político me bese ni nadie lo hagan después de limpiarme el culo.
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